Esta carta se ha borrado con el paso de los años
¡Estamos vivos! Gran parte de la tripulación ha desaparecido, pero la capitana Isabella se muestra impertérrita... Ha estado peinando la costa, buscando suministros y organizando a los hombres.
Nuestro barco encalló en las rocas... Ha quedado casi como si los pináculos hubiesen crecido debajo, atravesándolo y dándole el aspecto de una corona gigante. Creo que estamos atrapados aquí, pues no veo manera alguna de poder reparar la nave. La idea me provoca escalofríos, pero Isabella no parece preocupada.
Y veo que no somos el único barco que ha naufragado en esta isla... Sus playas están cubiertas de los restos de antiguos barcos naufragados, algunos de ellos reconocibles, y otros mucho más antiguos.
Le propuse iniciar la búsqueda de los tripulantes de la Santiago y la San Cristóbal, pero Isabella pareció no oírme, e insistió en que debíamos explorar la isla y familiarizarnos con el entorno, que debemos centrarnos en prosperar nosotros.
El hereje sobrevivió. Nos estaba esperando en la playa, aún encadenado por pies y manos, pero sonreía mientras miraba a su alrededor. Tenía arena en la frente, en el rostro y en los labios, como si hubiera besado la costa, exultante por haber arribado.
- F.