El hereje

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Esta carta se ha borrado con el paso de los años

Aún me pregunto cómo las compañías pudieron organizarse tan deprisa. Su incentivo era sin duda el Nuevo Mundo, pero ninguno de los que había pisado el nuevo continente había encontrado ni una pizca de ese «Azoth». La única prueba provenía de un demente y sus disparates. Aunque la Iglesia lo haya encerrado, temo que ello no haya hecho sino darle más credibilidad a sus afirmaciones. Los hombres dudaban de la veracidad de sus palabras, pero terminaron creyéndolo. Regresaron muchas veces durante el mes siguiente y presionaron a Isabella en busca de más detalles. Pensaba que quizá ella preferiría que les negaran la entrada, pero, con el tiempo, me di cuenta de que permitía las visitas... en interés de la negociación. - F.